Paradojas de la historia: en el 2008, tanto Estados Unidos como el Perú manifestaron sus intenciones de unirse al bloque comercial P4, antecesor de lo que casi fue el TPP y ahora ha sido bautizado como Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, más conocido como TPP-11).
Diez años después, los estadounidenses –ya oficialmente fuera del tratado– anunciaban fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio, en una señal de proteccionismo que probablemente desate una guerra comercial. Por el contrario, el Perú siguió adelante su apuesta por la apertura y firmó el jueves en Santiago de Chile el TPP-11. El acuerdo nos sumará a un bloque que completan Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam.
En total, el nuevo TPP-11 representa más del 13% del PBI mundial, con una tasa de crecimiento económico promedio anual de 5% (2015-2016) y engloba una participación total en las exportaciones mundiales del 13,7% al 2016, según datos del Banco Mundial. Cabe resaltar que con EE.UU. en la ecuación, esta última cifra aumentaba a 23,95%.
En cuanto al PBI per cápita promedio del bloque, en el 2016 este ascendió a US$28.000, lo que significa más del doble del PBI per cápita promedio en el ámbito mundial (US$13.000).
EL LARGO TRAJÍN
Entre el 2008 y el 2013, el Perú, EE.UU. y otras seis economías se sumaron a las negociaciones del TPP, un proceso que culminó con aparente éxito en setiembre del 2017, cuando fue suscrito por los 12 países.
Sin embargo, a inicios del 2017 las aguas empezaron a agitarse. Cumpliendo una de sus promesas de campaña, en sus primeros días en la Casa Blanca, el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, decidió retirar a su país del tratado. Esto causó dentro de los países restantes diversas reacciones. “EE.UU. no es una isla, así que no puede pretender sentarse ahí y decir que no va a comerciar con el resto del mundo”, afirmó ofuscado el entonces primer ministro de Nueva Zelanda, John Key.
A pesar de los reclamos, EE.UU. no volvió. Pero esto no se trajo abajo el tratado, como pareció inicialmente. Un primer hito se alcanzó el 10 de noviembre del año pasado, cuando las once economías anunciaban que por fin se había alcanzado un acuerdo. Veinticuatro horas después, Canadá suspendía la firma del texto para volver a evaluarlo. Finalmente, en enero del 2018 se confirmó que el TPP-11 se firmaría el 8 de marzo.
VOLTEANDO LA PÁGINA
Con la entrada en vigencia del acuerdo, el Perú habrá ganado acceso preferencial para sus productos en cuatro nuevos mercados (Nueva Zelanda, Brunéi, Malasia y Vietnam), cuyo PBI conjunto asciende a casi US$700 mil millones.
Además, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), en aquellos mercados con los que ya se tenía un acuerdo comercial (Canadá, Japón, México, Chile, Singapur y Australia, con el que tenemos un TLC pendiente de entrar en vigencia) se profundizarán los beneficios actuales.
Por ejemplo, con Japón, la tercera economía mundial, la apertura de su mercado era de 88% y ahora será 98%, explicó a El Comercio el titular del Mincetur, Eduardo Ferreyros.
Sobre los rumores de desventajas económicas para el Perú por la salida de EE.UU., Carlos Posada, ex viceministro de Comercio Exterior, comentó que, en realidad, en cierta manera su presencia iba a generar más problemas que beneficios al Perú, que ya de por sí goza de ventajas arancelarias con dicha economía gracias al actual TLC.
“El TPP iba a dar acceso al mercado estadounidense a otros países que compiten con el Perú. Un ejemplo directo es lo que pudo haber pasado con Vietnam y Malasia en textiles y confecciones: si les hubieran dado estos beneficios, nos sacaban de la cancha”, dijo Posada.
Para la gerenta general de Cómex-Perú, Jessica Luna, el que más pierde con la salida de EE.UU. es el propio EE.UU.
De acuerdo con el Peterson Institute for International Economics, el TPP-11 generará ganancias de ingresos reales de US$157 mil millones para los países miembros, en comparación con US$465 mil millones del TPP con EE.UU. Sin embargo, las oportunidades comerciales perdidas se sentirán más en Vietnam, Malasia y Japón, dado el alcance de sus actuales acuerdos comerciales.
EL HIJO PRÓDIGO
A finales de febrero, el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, afirmó que volver a unirse al pacto comercial regional era una opción para Donald Trump.
Ante esta posibilidad, Ferreyros señaló que el TPP-11 es un tratado abierto. “Si están en una nueva evaluación para entrar, de parte mía, bienvenidos”, dijo.
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