En la puerta del auditorio Lisner de la Universidad George Washington, había la mañana de este martes una hilera de todoterrenos negros con los cristales tintados y antenas en el techo. Dentro, la plana mayor de las agencias de espionaje y seguridad de Estados Unidos debatía sobre los retos de su profesión.
Las mesas redondas atrajeron a centenares de expertos, estudiantes y periodistas. En Washington hay todo tipo de coloquios diarios con la participación de altos cargos, pero raramente abordan asuntos, como el espionaje, rodeados de opacidad.
Este es el segundo año consecutivo que la CIA organiza unas jornadas universitarias sobre seguridad nacional. En los pasillos del auditorio, se repartían papeles sobre las funciones de la CIA y oportunidades laborales. En una pausa entre los debates, el director de la agencia de espionaje, John Brennan, hacía cola tranquilamente en un café cercano, como un estudiante más. De lejos, dos agentes de seguridad vigilaban sus movimientos.
Diez lecciones de una jornada académica con los jefes del espionaje de Estados Unidos:
“¿Por qué llevamos a cabo [análisis de] inteligencia?”, se preguntó James Clapper, director de Inteligencia Nacional, el organismo que agrupa a 16 agencias de inteligencia y departamentos del Gobierno de Barack Obama. “Lo hacemos para reducir la incertidumbre a las personas que toman decisiones”, replicó.
Clapper dijo que la expansión de Internet ha alterado los “fundamentos” de la obtención de inteligencia. Durante la Guerra Fría, expuso, había dos redes claras de comunicación: la de Estados Unidos y la de la Unión Soviética. “Hoy, todas las redes de Internet y telecomunicaciones son globales e interconectadas”, dijo. “Nuestro trabajo es mucho más difícil”.
Doug Wise, director adjunto de la Agencia de Inteligencia de Defensa, centró el efecto de Internet en la expansión de las redes sociales. Dijo que esas plataformas “canalizan” el auge del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS en sus siglas inglesas) y conceden oportunidades a los llamados atacantes solitarios. “Da ventajas a grupos que nunca hubieran supuesto una amenaza”, subrayó.
“Es el mejor momento para el papel de la inteligencia. Nunca hemos sido más necesarios”, dijo el almirante Mike Rogers, jefe del comando cibernético y director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas inglesas y dedicada a escrutar comunicaciones). Pero añadió: “Es el peor de los momentos porque la complejidad para ejecutar las misiones nunca ha sido más difícil”. Rogers esgrimió que esa complejidad se nutre de la desconfianza hacia la obtención de inteligencia por parte de gobiernos y de los recortes presupuestarios.
Preguntado por qué asunto le preocupa más cuando se va a dormir, Brennan, el director de la CIA, replicó que es la amenaza de ataques cibernéticos. El jefe de la agencia de espionaje alertó de las “capacidades tremendas” de algunos países, grupos e individuos; y abogó por garantizar que, ante una futura expansión de Internet, exista la capacidad legal y de seguridad necesaria para repeler ataques.
Brennan conoce ese peligro de primera mano. La semana pasada, un estudiante dijo haber robado información de su cuenta personal de correo electrónico. La organización Wikileaks publicó algunos de los emails sustraídos, que solo incluían información personal, como números de Seguridad Social y de pasaporte de sus familiares. “Estaba indignado, preocupado por lo que la gente haría de ello”, dijo Brennan este martes sobre el robo de información.
Brennan dijo que Oriente Próximo ha sido la región en la que la CIA ha tenido que alterar más su estrategia en los últimos cinco años. Las revueltas de la Primavera Árabe, desatadas en 2011, “han transformado totalmente el paisaje político, social y de seguridad en Oriente Próximo”. El resultado: las instituciones se han debilitado, la población ha perdido confianza en los gobiernos y han surgido “fenómenos transnacionales” como ISIS. “Estas circunstancias hacen nuestro trabajo, el de Estados Unidos, mucho más difícil”, dijo.
Rogers, el director de la NSA, sostuvo que las agencias de inteligencia afrontan un nuevo reto: el “resurgimiento” de estados nación con ambiciones expansionistas, como Rusia e Irán. Rogers dijo que es una realidad que ha existido en otros momentos de la historia pero que ahora irrumpe tras unos años en que la principal amenaza eran grupos sin Estado, como Al Qaeda.
Las filtraciones periodísticas en 2013 del exanalista de la NSA Edward Snowden destaparon los largos tentáculos del espionaje telefónico de EE UU a sus ciudadanos y políticos extranjeros. La polémica golpeó la imagen de la NSA, y propició reformas que han limitado la recolección de datos y han ampliado la transparencia.
Clapper, el supervisor de todas las agencias, subrayó que las filtraciones costaron datos clave de inteligencia y que la NSA nunca violó la ley, pero admitió que hubo errores y dijo que es clave mantener la confianza de la ciudadanía. Abogó por una mayor transparencia y pedagogía que resalte la importancia del espionaje y los “estándares éticos” en los que opera.
Ben Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional del presidente Obama, alertó de los riesgos de una cautela extrema de las agencias de inteligencia. Ante el miedo de no intuir posibles amenazas, dijo, “ahora recibimos avisos por todo. Hay un peligro de sobreprotección ante errores futuros”.
Rhodes defendió el desarrollo tecnológico en la obtención de datos de inteligencia, pero subrayó que en ocasiones los métodos clásicos son los más efectivos. Por ejemplo, explicó que EE UU detectó un viraje del discurso político en Rusia del presidente Vladimir Putin gracias a los análisis hechos por personas que siguen de cerca la realidad rusa. “Eso ofreció una mejor advertencia estratégica que la tecnología”, enfatizó.Qué preocupa a los espías de Estados Unidos.
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