Los trabajadores de Walmart tienen mucha culpa de que la Reserva Federal no se atreviera a subir los tipos de interés el miércoles pasado. Y sus clientes, también. Walmart, la mayor cadena de hipermercados de Estados Unidos, es también el mayor empleador del país y, por tanto, un barómetro dorado del pulso económico. Las ventas en sus tiendas americanas llevan ocho trimestres seguidos creciendo, aunque a un ritmo lento, inferior al 2%, y el retroceso de los precios de la alimentación hace mella en los números. Las familias no gastan con suficiente alegría y sus trabajadores, pese a algunas mejoras recientes, tienen en general sueldos muy bajos, así que tampoco son grandes consumidores. Y sin consumidores, los beneficios de las empresas sufren.
Por eso la Fed quiere ver más evidencias de fortaleza económica antes de volver a subir los tipos. Si la mayor potencia del mundo tiene prácticamente pleno empleo y Wall Street ronda sus máximos históricos, ¿por qué la economía crece tan lenta?
“Sí, hay mucho trabajo, pero los salarios no suben, el poder adquisitivo de la clase media lleva 30 años estancado y eso frena el crecimiento”, explica Mauro Guillén, de la escuela de negocios Wharton, en Pensilvania. Además, las expectativas de que mejoren los precios de compras importantes en un hogar, como la del automóvil, la casa o la tecnología, están frenando muchas decisiones de compra en una economía que se sustenta en el consumo interno en un 70%. “Cuando una economía depende tanto del consumo interno, necesita que la clase media funcione, porque los pobres no consumen y los ricos, aunque sí lo hacen, son muy pocos”, añade.
La recuperación económica de la crisis de 2008 no solo está siendo la más lenta, sino también la más pobre en Estados Unidos. No se espera un ritmo de expansión mayor al 2% en los próximos años. Creció un 2,4% el año pasado, pero la Fed acaba de rebajar lo que espera para este 2016 (del 2% al 1,8%) y calcula otro 2% para los dos próximos ejercicios. En 2019, volvería a ese pobre 1,8%.
En el porqué de este lento crecimiento siempre aparece el problema de la productividad. El producto interior bruto de un país aumenta porque, o bien hay más personas y más capital involucrado, o bien mejora la eficiencia de esos recursos ya desplegados. En Estados Unidos no se crece con población y la que hay ya está prácticamente toda empleada, así que le queda una productividad muy escurridiza. Como los salarios son bajos, además, esos empleados tampoco revierten en el consumo lo suficiente como para animar el crecimiento de las empresas en las que trabajan. “Y, aunque a medio plazo los sueldos pueden crecer por encima de la productividad, a medio y largo plazo eso no es sostenible”, apunta Guillén.
La productividad creció un magro medio punto como promedio anual desde hace cuatro años. Si se hace la media desde 1947, alcanza el 2,1%. Patrick Newport, de IHS, admite con franqueza que la productividad de Estados Unidos ha dado un frenazo por razones que los economistas no aciertan a comprender al 100%. No es un fenómeno meramente estadounidense, ha ocurrido, y con más fuerza, en otras economías industrializadas, como las europeas.
Y hay al menos un par de teorías al respecto: la que dice que, por muy impresionantes que resulten inventos como el iPhone o el buscador de Google, por boquiabiertos que dejen los drones o los coches que se conducen solos, su efecto en la productividad de una empresa palidece en comparación con lo ocurrido en el siglo pasado: “El motor de combustión interno, la electricidad, el sistema de autopistas, el avión o la conexión de los hogares a las redes de agua, gas y energía… Ninguna de estas cosas ha venido después de 1970”, apunta Newport.
Además, muchos de los inventos recientes no han resultado tan radicales en la productividad como las innovaciones del pasado porque, como recuerda Guillén, la economía se ha desindustrializado en favor de un mayor peso de los servicios, y en ellos, tan centrados en la mano de obra, es más difícil obtener mejoras.
También hay quien dice que no se es del todo justo midiendo el impacto de Google como buscador, o que no somos capaces de valorar lo que implica un medicamento que cura la hepatitis C o la caída de la mortalidad infantil. Problema de productividad, o problema de medición, esta tendencia «es preocupante en el largo plazo, porque la productividad es necesaria para mejorar el nivel de vida”, advierte Josh Bivens, director de Investigación del Economic Policy Institute.
Si se aplicara la llamada norma del 72 -esa que calcula los años que hacen falta para duplicar una inversión o un valor a un determinado ritmo de aumento anual-, el nivel de vida de un país se duplicará a los 36 años si la productividad mejora el 2%. Si este ritmo baja al medio punto actual, duplicar costará 144 años.
Estados Unidos también ha experimentado los efectos de la austeridad. No es la misma que han adoptado los Gobiernos de países como España o Portugal, pero la ha habido, y, para Josh Bivens, se subestima mucho el freno al crecimiento que ha supuesto. En su versión estadounidense, la austeridad fiscal ha venido determinada por la Ley de Control Presupuestario de 2011 y ha moderado mucho el gasto público en comparación con las salidas de otras crisis. Y eso afecta a la inversión, y esta, al consumo de los clientes de Walmart, el motor de una gran economía que lleva demasiados años a media asta.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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El Observatorio de las Relaciones Peruano-Norteamericanas (ORPN) de la Universidad del Pacífico es un programa encargado de analizar y difundir información relevante sobre la situación política, económica y social de Estados Unidos y analizar, desde una perspectiva multidisciplinaria, su efecto en las relaciones bilaterales con el Perú.
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