El riesgo de una nueva crisis fiscal en Estados Unidos se disipa. La Cámara de Representantes ha aprobado este miércoles, con apoyos demócratas y republicanos, un acuerdo presupuestario para los próximos dos años. 266 legisladores votaron a favor y 167 en contra. El Senado, de mayoría republicana como la Cámara, votará en los próximos días.
El acuerdo no es, como en ocasiones anteriores, un parche provisional. Y el éxito es compartido entre el presidente Barack Obama y el speaker o presidente saliente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner.
El demócrata Obama puede llegar al final de su mandato, en enero de 2017, sin preocuparse por volver a negociar un presupuesto federal que le obligue a paralizar toda su agenda para impedir un dramático cierre de la Administración federal, como ha ocurrido en los últimos cinco años, o evitar la suspensión de pagos, que podría haber ocurrido la semana próxima.
El acuerdo, negociado en los últimos meses, llega en un momento clave en la Cámara de Representantes. La mayoría republicana despedirá esta semana a Boehner, que renunció al cargo hace unas semanas, y dará su relevo a Paul Ryan, excandidato a la vicepresidencia en 2012 y nominado este mismo miércoles para reemplazarlo en el puesto.
Tanto Ryan como Boehner podrán apuntar este pacto como uno de los momentos positivos de su carrera en el puesto. El todavía speakerse marcha de Washington sin dejar una deuda pendiente en su nombre. Él lo ha descrito como “limpiar el granero” antes de irse. Y Ryan, el candidato a sustituirle, tomará el mazo con un margen de casi dos años sin grandes tensiones presupuestarias. Este miércoles aseguró que el acuerdo permite recuperar un proceso de negociación “normal” y evitar “la incertidumbre que pesaba sobre nosotros”.
El pacto alcanzado este miércoles entre demócratas y republicanos supone un aumento de 80.000 millones de dólares anuales en el presupuesto federal hasta septiembre de 2017. También eleva el techo legal de endeudamiento hasta marzo del año 2017. Esta medida elimina el riesgo de que en este periodo EE UU alcance este límite, no pueda hacer frente a sus obligaciones y entre en suspensión de pagos.
Obama contará con el resto de su mandato para abordar reformas en ámbitos como la salud, el sistema judicial o la educación. El mandatario demócrata, libre de las guerras fiscales que le han mantenido con la mirada puesta en el Capitolio, puede mirar ya hacia el horizonte de su presidencia sin tener que prevenir grandes baches como los que amenazaron en los últimos años con un vergonzoso cierre del Gobierno federal por falta de consenso.
El acuerdo no quiere decir que se haya saldado la división en Washington, representada en los últimos años por tensos encuentros entre el presidente Obama y el speaker Boehner, y por las difíciles negociaciones entre éste y el ala más conservadora del Partido Republicano.
El Freedom Caucus, como se conoce a los legisladores republicanos de la órbita del Tea Party, ha protestado contra el pacto. En el pasado, Boehner cedió en más de una ocasión a sus exigencias, pero su último gesto antes de abandonar el cargo ha sido interpretado como el reconocimiento de que dejarse guiar una vez más por los más conservadores habría creado una crisis aún mayor.
Los aspirantes demócratas y republicanos a las elecciones presidenciales de 2016, aunque de manera indirecta, también salen ganando con el acuerdo: habrá menos ocasiones para pronunciarse sobre el techo de la deuda estadounidense, los límites del déficit o el peso de los programas sociales en el presupuesto. El vencedor llegará además a la Casa Blanca con tres meses de margen para empezar a hacer cuentas de nuevo.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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