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Los republicanos miran al futuro con Marco Rubio y Paul Ryan

Es latino, joven y conservador. El senador por Florida Marco Rubio afianza sus opciones para disputar a la demócrata Hillary Clinton las presidenciales de 2016. En el debate republicano del miércoles, Rubio desarmó a su rival y mentor, el exgobernador de Florida Jeb Bush. Y apareció como una alternativa creíble a populistas como el magnate Donald Trump, que lideran los sondeos. Rubio, como el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, es el recambio generacional del Partido Republicano.

Ryan, de 45 años, sustituyó este jueves a John Boehner, de 65.  Rubio, de 44 años, quiere relevar a Bush, de 62, como favorito del ala pragmática para la nominación a la Casa Blanca.

Los republicanos están hoy divididos entre los pragmáticos y los populistas afines al movimiento Tea Party. También están desbordados por el fenómeno Trump y por otros insurgentes. Al mismo tiempo, disponen de un plantel de políticos de primer nivel que asumen posiciones de mando, como Ryan. O aspiran a asumir pronto, como Rubio.

Nuevo capítulo en la campaña

Si las campañas electorales en Estados Unidos son una novela río, con tramas y subtramas, personajes secundarios y giros inesperados, la novela de las elecciones presidenciales de 2016 acaba de abrir un nuevo capítulo.

La semana pasada la exsecretaria de Estado Clinton se consolidó como favorita indiscutida del Partido Demócrata. Ganó el debate con los otros aspirantes demócratas. Dos de estos aspirantes abandonaron la carrera. Otro posible rival de talla, el vicepresidente Joe Biden, renunció a presentarse. Y superó con nota una audición en el Congreso sobre su actuación durante el ataque en Bengasi (Libia) en el que murieron cuatro estadounidenses en 2012.

La carrera republicana es mucho más confusa. Catorce candidatos aspiran a ser el nominado. Lideran los sondeos un magnate mediático y un neurocirujano, ambos con ideas alejadas de la corriente principal del Partido Republicano. El debate del miércoles, organizado por la cadena financiera CNBC en Boulder (Colorado), no resolvió los dilemas de un partido que teme dilapidar la oportunidad de recuperar la Casa Blanca, tras ocho años con el demócrata Barack Obama. Pero también abrió un capítulo.

Rubio, criado en una familia de inmigrantes cubanos y senador desde 2011, es el hombre del momento. Combina un discurso patriótico sobre el llamado excepcionalismo americano y ecos de Ronald Reagan, con una biografía que le identifica con las castigadas clases trabajadoras y con los millones de latinos que reconfiguran el paisaje sociológico y político de Estados Unidos.

En el debate evitó las críticas directas a sus rivales y se dedicó a atacar a Clinton y Obama. Hay una competición entre los aspirantes republicanos por descalificar al presidente y Rubio también participa, pero ninguno se parece tanto a Obama como él. Al igual que hizo este en la campaña que le llevó a la Casa Blanca en 2008, el mensaje de Rubio no es un programa electoral, sino un relato. El suyo propio. Su itinerario vital como encarnación del sueño americano.

El problema de Rubio es la sobreabundancia de candidatos republicanos, la dificultad para destacar —y atraer dinero de donantes— entre tantos aspirantes. Y también el fenómeno Trump, que ha desconcertado a la clase política y periodística en Washington. Desde hace 100 días Trump, un showman con posiciones extremistas ante la inmigración pero centristas en la economía, encabeza los sondeos en competición con otra figura excéntrica, el doctor Ben Carson, una eminencia en la neurocirugía pediátrica que compara el derecho al aborto con la esclavitud y sostiene que Hitler pudo exterminar a los judíos porque en la Alemania nazi no era legal portar armas de fuego.

La generación Bush-Clinton

El proceso para nominar al candidato empieza en febrero con loscaucus (asambleas electivas) de Iowa. Alarmadas por el ascenso de Trump y Carson, las elites republicanas buscan una alternativa, un candidato en condiciones de derrotar a Clinton en noviembre del año próximo. Es lo más parecido a una primaria paralela: la delestablishment y la derecha tradicional. Y aquí Bush y Rubio son los rivales.

Ambos comparten feudo en Florida y afinidades ideológicas. No hay espacio para los dos. Bush, favorito desde que entró en campaña hace medio año, no despega: se siente incómodo debatiendo, el apellido le pesa y su red de donantes se impacienta. En Boulder el discípulo desbordó al maestro.

Su ascenso coincide con la elección de su coetáneo Ryan comospeaker o presidente de la Cámara de Representantes, el tercer cargo en orden de sucesión del país. La nominación está lejos de decidirse, pero la candidatura de Rubio enviaría un mensaje poderoso: los Estados Unidos del futuro frente a los de los Bush y los Clinton.

El País     29 de octubre de 2015

 

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