La historia de Estados Unidos no puede entenderse sin el legado de la inmigración. Los fundamentos los fijaron los primeros colonos británicos que llegaron a principios del siglo XVII a la actual Costa Este de EE UU. Dos esencias de este país son el llamado melting pot, el crisol multicultural, y el ideal de que cualquiera puede sentirse estadounidense y prosperar si se esfuerza.
Pese a ello, no es insólita la propuesta de Donald Trump, candidato republicano a las elecciones presidenciales de 2016, de prohibir la entrada a Estados Unidos de todos los musulmanes. Existen antecedentes de leyes que restringieron la llegada de inmigrantes.
Estas son las más significativas:
La primera ley de inmigración restrictiva se aprobó en 1882 con la Ley de Exclusión China, que prohibió el acceso a Estados Unidos de todos los ciudadanos chinos e impidió que los inmigrantes chinos ya presentes en EE UU pudieran obtener la ciudadanía estadounidense. La ley fue una consecuencia de un tratado de 1880 que restringía ampliamente la llegada de inmigrantes chinos.
La inmigración china hacia Estados Unidos se inició alrededor de 1850. Ocupó puestos de trabajo en las minas de oro y más adelante en los sectores de agricultura, construcción y manufactura. Mientras crecía la presencia china en la población, también lo hacía el sentimiento contra esa colectividad.
El detonante que llevó a la adopción de la ley de 1882 fueron las crecientes quejas de ciudadanos estadounidenses de que, ante el aumento del desempleo, los trabajadores chinos en la Costa Oeste colmaban los puestos de trabajo y rebajaban salarios.
La ley tenía inicialmente una vigencia de 10 años pero fue continuamente renovada hasta 1943 cuando fue repelida después de que China se convirtiera en un aliado de EE UU contra Japón en la Segunda Guerra Mundial.
El Congreso aprobó en 1917 la Ley de Inmigración. Requirió una prueba de alfabetización para todos los inmigrantes -lo que afectaba sobre todo a católicos, judíos y orientales de bajos recursos- y excluyó de entrar a Estados Unidos a todos los nacidos en la llamada “Zona Asiática Prohibida”. Esa zona comprendía los países de Asia Central y toda la costa del Pacífico, excepto Japón y Filipinas.
El motivo es que Japón había limitado voluntariamente en 1907 la inmigración a EE UU y Filipinas era entonces una colonia estadounidense, por lo que sus ciudadanos no eran extranjeros.
La aprobación de la ley fue consecuencia del contexto de incertidumbre tras la Primera Guerra Mundial y las crecientes peticiones de mano dura con la inmigración tras la llegada masiva de inmigrantes del sur y el este de Europa entre 1899 y 1914.
La norma también prohibía la entrada a inmigrantes considerados «indeseables»: homosexuales, epilépticos, polígamos, anarquistas o personas “mentalmente o físicamente defectuosas”.
La Ley de Inmigración se reformuló a los pocos años al considerarse que las pruebas de alfabetización no eran un filtro suficientemente severo para garantizar la hegemonía blanca anglosajona en la población estadounidense.
En un intento de frenar la llegada de ciudadanos de Europa del Este, el Congreso aprobó en 1921 un sistema de cuotas para limitar la entrada de inmigrantes a Estados Unidos. Solo se entregaban visados al 3% del total de personas de esa nacionalidad residentes en EE UU, según los datos del Censo de 1910.
En 1924, los legisladores más conservadores impusieron su visión y el sistema se endureció. La cuota se rebajó al 2% de cada nacionalidad según los datos del Censo de 1890. El cambio fue relevante dado que el Censo de 1910 recogía una mayor presencia de inmigrantes.
La norma, además, excluía por completo a los inmigrantes asiáticos. Es decir, afectaba también a Japón y Filipinas. La ley también impidió que muchos judíos europeos pudieran obtener visados a EE UU en la antesala del Holocausto.
La ley fue revisada en 1952.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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