Universidad del Pacífico

La sorpresa de octubre: Hillary Clinton y Donald Trump ante el terrorismo

El factor terrorista vuelve a la campaña electoral en Estados Unidos. Nunca se había marchado.

Desde que Donald Trump irrumpió hace más de un año, la posibilidad de un atentado ha sido el trasfondo de estas elecciones. El republicano Trump ha propuesto vetar la inmigración de musulmanes. Y contempla acciones criminales como la tortura de sospechosos de terrorismos y el bombardeo de las familias, incluidos los niños, de los miembros del ISIS (iniciales inglesas del Estado Islámico).

La hipótesis de un atentado mortal en vísperas de las elecciones del 8 de noviembre sobrevuela la campaña. El 11-M en Madrid como precedente histórico de un atentado en vísperas electorales no escapa a los estudiosos. En la jerga política de EE UU, esto tiene un nombre: la sorpresa de octubre. Es decir, aquella noticia que salta en las últimas semanas antes de las elecciones y altera el rumbo de la campaña.

La serie de incidentes terroristas del fin de semana en Nueva York, Nueva Jersey y Minnesota resucita el espectro de una sorpresa de octubre. También sirven, de nuevo, para comparar cómo reaccionarían ambos candidatos —Trump y la demócrata Hillary Clinton— ante un atentado terrorista.

La primera prueba para los candidatos fue la matanza en una discoteca de Orlando (Florida) el pasado julio. Trump reaccionó felicitándose a sí mismo por haber advertido del peligro de un atentado, e insinuando que el presidente Barack Obama estaba en connivencia con los terroristas.

“Nuestros líderes son… Ni siquiera diré que son débiles. Digo que son estúpidos”, dijo Trump el lunes en la cadena Fox News. El republicano dijo, sin pruebas, que la policía local conoce a los terroristas que viven en sus ciudades pero tiene miedo de actuar para que no les acusen de racistas. “Intentamos ser tan políticamente correctos en nuestro país. Y las cosas no harán más que empeorar”. “Yo sabía que esto ocurriría”, añadió el candidato, que también se jacta de haber adivinado, antes que nadie, que la explosión del sábado en el barrio neoyorquino de Chelsea era una bomba. Trump acusa falsamente a Clinton de querer permitir la entrada EE UU a terroristas por favorecer una política limitada de bienvenida a los refugiados.

“Sabemos que los terroristas, incluido el ISIS, han entendido gran parte de la retórica que hemos oído de Donald Trump, porque lo que quieren es hacer de esta guerra una guerra contra el islam más que una guerra contra los yihadistas, los terroristas violentos”, dijo el mismo día Clinton en una rueda de prensa. “Por eso debemos ser muy claros: iremos a por los malvados, y daremos con ellos, pero ni iremos a por una religión entera y le daremos al ISIS exactamente lo que pretende”

El efecto de un atentado en la elección presidencial, es una incógnita. ¿Se lanzarían los votantes en brazos del candidatos que alardea de su mano dura y exhibe un discurso islamófobo? ¿Preferirían la experiencia de una exsecretaria de Estado que estuvo en la habitación dese la que se dirigió la ejecución de Osama bin Laden?

El factor terrorista ya es indisociable de esta campaña. En tiempos de frustración populista y redes sociales sobreexcitadas, una sorpresa de octubre puede ser incontrolable.

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