La marca de la Guerra Fría fue la pugna entre la libertad que brindaba una democracia participativa, representada por Estados Unidos, versus un Estado controlista y restrictivo, encarnado en la Unión Soviética. Capitalismo versus comunismo. Liberalismo versus socialismo.
La caída de la mayoría de regímenes comunistas tras el desplome soviético puso en entredicho la viabilidad de los sistemas estatistas.Estados Unidos prevaleció. ¿Por qué, entonces, en la meca del capitalismo un veterano político que enarbola la bandera del socialismo se ha convertido en uno de los candidatos de peso en la campaña electoral?
La irrupción de Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata ya ha dejado de ser una sorpresa. En el último debate destacó y es el único rival serio que tiene Hillary Clinton, quien incluso debió virar sus propuestas ante el apoyo inusitado hacia el veterano senador de Vermont.
Su discurso, enfocado en la desigualdad económica, el aumento de impuestos para los más ricos, la subida del salario mínimo y la regulación del sistema financiero, ha puesto los pelos de punta a los más conservadores, quienes seguro añoran que vuelvan los tiempos de Joseph McCarthy y su cruzada anticomunista.
Pero el apoyo a Sanders –que se califica socialdemócrata– no significa necesariamente el surgimiento de una ola socialista enEstados Unidos, pero sí muestra que ahora hay un nicho electoral que no cuestiona esta ideología.
Un país individualista
La presencia de Sanders nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué el socialismo nunca irrumpió con fuerza en Estados Unidos? El economista alemán Werner Sombart trató de despejar esta duda en 1906 en un libro que es una referencia para los sociólogos en el mundo. En “¿Por qué no hay socialismo en Estados Unidos?” explica que la ausencia de estructuras jerárquicas y monárquicas, a diferencia de Europa, hizo del individualismo el principio fundamental de la sociedad estadounidense. En un ambiente donde lo más importante es la propiedad privada, la lucha de clases es una quimera.
Pese a que el país contaba con las características para desarrollar movimientos socialistas –una clase obrera importante a fines del siglo XIX a raíz de la industrialización y la inmigración europea– el sentimiento norteamericano que consagraba al individuo, la propiedad privada y el puritanismo religioso se impusieron.
“Estados Unidos es un país capitalista, individualista y amante de la propiedad privada. El socialismo se identifica con Europa, con lo extranjero, lo ateo, con la disrupción del orden económico. El sueño americano es tener tu propia casa, no que todos tengan casa”, afirma a El Comercio Norberto Barreto, especialista en historia estadounidense y profesor de la Universidad del Pacífico.
A inicios del siglo XX aparecieron movimientos socialistas e incluso llegaron a tener un partido organizado que se presentó a las elecciones de 1912. Con Eugene Debs como candidato, el Partido Socialista obtuvo un millón de votos, cerca del 6% del electorado. Pero durante la Primera Guerra Mundial fue encarcelado, y los partidos Demócrata y Republicano se aseguraron de no tener mayor competencia. El crack de 1929 y la Segunda Guerra Mundial reconfiguraron el panorama político y social, los movimientos obreros fueron reprimidos, así como cualquier intento de organizarse en torno a ideologías de izquierda. Los socialistas fueron confundidos con comunistas, y en los años 50 empezó la persecución y el encarcelamiento de sospechosos, señalados como espías que vendían información a la Unión Soviética.
“En los años 50 se sacó al socialismo del discurso político. Eso significó que hubo dos generaciones que nunca comprendieron el tema. Esto produjo incapacidad de entender lo que significaba el socialismo, así como hostilidad y rechazo”, comenta Richard Wolff, profesor de la Universidad de Massachusetts y militante socialista.
Desde esos años, la manera más eficaz de insultar a un político era calificarlo de socialista. Y ese ha sido el principal adjetivo que ha recibido Barack Obama desde la campaña del 2008 por parte de los republicanos más extremistas.
El resurgimiento
“La fortaleza de la clase media es la que hace que el socialismo no sea atractivo. Cuando esa clase media entra en crisis, entonces el sistema entra en crisis”, explica Barreto. Por ello, el resurgimiento de las ideas socialistas en Estados Unidos empieza a tener un nuevo brío tras la crisis económica del 2008 y la irrupción de movimientos ciudadanos como el de Occupy Wall Street, en el 2011, que aglutinó el descontento de la población ante la desigualdad económica, el desempleo y el control del país por parte de las corporaciones.
Bernie Sanders es el candidato que ha recogido esa frustración, pues ha sabido apretar los botones sensibles de una parte de la sociedad estadounidense, sobre todo de los jóvenes que nacieron tras el fin de la Guerra Fría, y los jubilados afectados por la reciente crisis financiera.
“Para mí, la socialdemocracia es tener un gobierno que represente a todos, y no solo a la gente más adinerada, que es lo que pasa ahora en nuestro país”, repite Sanders en sus multitudinarios discursos.
Una reciente encuesta de Gallup señala que un 50% de los votantes estadounidenses no votaría por un candidato socialista. Pero un 47% dice que sí. Quizá Bernie Sanders no gane la nominación demócrata ante el inmenso aparato de campaña de Hillary Clinton, pero el veterano senador de Vermont ya logró que la palabra ‘socialista’ deje de ser un insulto.
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