Una notablemente envejecida Lori Berenson parecía rebosar de felicidad en el aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York (Estados Unidos), tras su liberación de una cárcel peruana y posterior expulsión del país sudamericano. Tal es así, que declaró a la prensa que la aguardaba, como disfrutando del momento: «Ya hice mis comentarios, estoy agradecida con todos los que me ayudaron y estoy feliz de estar con mi familia. […] No tengo más comentarios».
De esta manera, la exintegrante del MRTA, que ayudó a que el conflicto interno del Perú se prolongara violentamente por casi dos décadas, al fin encontró la libertad; una que, aunque tiene de goznes el resentimiento y el repudio de millones de peruanos, continúa siendo libertad, pese a todo.
20 años fueron los que pasó en diversas prisiones del Perú, el mismo tiempo que duró, en el país, el conflicto armado interno “que constituyó el episodio de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia de la República (…) un conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad”, según se consigna en las conclusiones generales del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).
Tal vez conociendo esto, Berenson, antes de partir a Estados Unidos, declaró a La República: «Lamento profundamente lo sufrido por todas las personas afectadas directa o indirectamente por el conflicto (ocasionado por el MRTA); y a las personas que se han sentido afectadas u ofendidas por mis palabras o mis actos, les pido perdón».
¿Se le puede creer? Muchos dicen que no, que se trata de una actitud hipócrita, propia de alguien que, sin escrúpulos, intentó violentas revueltas contra el sistema establecido en el Perú de los años 90, por lo que, más bien, es reprensible y merecedora de los más acendrados rencores.
Y es que, tras su captura, en enero de 1996, hasta su liberación, en este año, ha habido un cambio significativo en sus declaraciones. En 1996 se trababa de una Lori Berenson de voz enérgica y mirada desafiante, que repetía frases como “En el MRTA no hay delincuentes terroristas. Es un movimiento revolucionario”, o “a mí se me acusa por preocuparme por el hambre y la miseria de este país”, tratando de justificar el accionar delictivo de su grupo subversivo.
Años después, en una carta dirigida al presidente de la Comisión de Indulto y Derecho de Gracia, Luis Marril, una inédita Lori Berenson expresa su sincero arrepentimiento por el daño causado y, a la vez, solicita la conmutación de su pena, a fin de poder reunirse con su familia en Estados Unidos:
“Agradezco al Estado Peruano y a las instituciones que permitieron mi libertad condicional (…) Asumo mi responsabilidad penal por el delito de colaboración con el terrorismo; asimismo, quisiera manifestar que lamento mucho el daño que haya causado a la sociedad peruana y pido perdón a las personas que se hayan sentido afectadas por mis acciones o palabras”.
¿ACTIVISTA O TERRORISTA?
Berenson es, decididamente, una terrorista. No obstante, la semana pasada se desató una polémica luego de que, en un artículo de la agencia AP, replicado por varios medios norteamericanos (The New Herald, The Washington Post, Ventura Conty Star, etc.) se afirmara que ella era, más bien, una “activista” de izquierda.
El referido artículo, escrito por el jefe de Noticias Andinas de AP, Frak Bajak, dice en su parte inicial: “La activista estadounidense Lori Berenson finalmente se dirige a casa en Nueva York, dos décadas después de haber sido encontrada culpable de ayudar a rebeldes izquierdistas en Perú”.
Esto, naturalmente, despertó una ola de críticas por parte de miles de usuarios de las redes sociales, quienes no solo eran peruanos, sino también norteamericanos. “¿Un medio respetable y referente para muchos periodistas tilda a Lori Berenson de activista? Habría que explicarles la enorme brecha…”, “Habría que decir entonces a AP que Lori Berenson no es un activista, sino una terrorista convicta, confesa y condenada”, fueron algunas de las reacciones de los peruanos.
Del lado estadounidense habló Brian A. Nichols, embajador de Estados Unidos en Lima, quien sostuvo que el gobierno de su país considera al MRTA como un grupo terrorista. “Atacaron empresas norteamericanas, secuestraron empresarios, mataron a muchas personas. El gobierno de los Estados Unidos siempre ha dicho que el MRTA es un grupo terrorista», señaló.
Y luego, sobre Lori Berenson, mencionó: «El gobierno de Estados Unidos no controla los medios, ellos pueden decir lo que quieran, pero el gobierno de Estados Unidos siempre ha dicho que es un grupo terrorista (…) “el tema es de los medios, yo califico a los integrantes de este grupo como son, hicieron actos de terrorismo, es un grupo terrorista, por lo tanto son terroristas».
Entonces, ¿Por qué la prensa de Estados Unidos la tilda de activista? La periodista Laura Grados lo resume en tres puntos: primero, su condena específica, que se trata de colaboración y no propiamente de terrorismo; segundo, se trata de seguridad de los corresponsales en el caso de las agencias (como AP); y, finalmente, que EEUU ve a Berenson como “una hippie que se fue a hacer activismo y terminó envuelta en un problema con la justicia”.
VIOLENCIA EN EL PERÚ
El grupo terrorista al que perteneció Lori Berenson (el MRTA), así como Sendero Luminoso, entre otros más pequeños, asolaron el país en un conflicto armado que, como dijimos líneas más arriba, duró aproximadamente 20 largos años, provocando innumerables pérdidas, tanto humanas como políticas y sociales.
Según la CVR, se estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la violencia es de 69 mil 280 personas. “Estas cifras superan el número de pérdidas humanas sufridas por el Perú en todas las guerras externas y guerras civiles ocurridas en sus 182 años de vida independiente”, apunta enseguida, resaltando lo cruenta que fue esta etapa de la historia del país.
Y agrega: “La CVR afirma que el conflicto abarcó una proporción mayor del territorio nacional que cualquier otro conflicto, provocó enormes pérdidas económicas expresadas en destrucción de infraestructura y deterioro de la capacidad productiva de la población, y llegó a involucrar al conjunto de la sociedad”.
Asimismo, este conflicto interno develó que la población campesina fue la principal víctima de la violencia, pues de la totalidad de víctimas reportadas, el 79% vivía en zonas rurales y el 56% se ocupaba en actividades agropecuarias.
Luego, sobre el MRTA, se apunta en el informe: “En la década de 1990, especialmente a partir de su frustrada toma del Congreso y de la toma de la residencia del embajador japonés en diciembre de 1996, el MRTA favoreció la legitimación de la política contrasubversiva autoritaria y militarizada del gobierno de Alberto Fujimori”.
Esa “frustrada toma del Congreso” fue en la que participó Lori Berenson, haciéndose pasar por una periodista internacional. Las fuerzas del orden, felizmente, se anticiparon al atentado y, aunque se perdieron invaluables vidas, al final capturaron a los líderes del MRTA.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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El Observatorio de las Relaciones Peruano-Norteamericanas (ORPN) de la Universidad del Pacífico es un programa encargado de analizar y difundir información relevante sobre la situación política, económica y social de Estados Unidos y analizar, desde una perspectiva multidisciplinaria, su efecto en las relaciones bilaterales con el Perú.
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