Huracán, tanque, aplanadora. Los medios estadounidenses ya no saben qué otro sustantivo utilizar para referirse al efecto Donald Trump. Lo impensable está muy cerca de pasar. El lenguaraz magnate inmobiliario, el de la cabellera imposible, está a pocos pasos de convertirse en el candidato presidencial del Partido Republicano, ante el estupor de propios y extraños.
Pero, al parecer, el ‘establishment’ del partido está dispuesto a hacer todo lo que está en sus manos –y bolsillos– para ponerle piedras en el camino y evitar la sentencia. Una estrategia peligrosa que podría explotarles en la cara y hacer que el Gran Viejo Partido termine implosionando.
“Creo que habrá disturbios. Habrá disturbios, porque represento a una cantidad enorme, millones de personas”, amenazó ayerDonald Trump en televisión, ante los rumores de que la élite republicana lo termine desbancando, pese a las votaciones conseguidas en las urnas.
Y los rumores no son infundados. Según fuentes del portal Politico, un grupo de influyentes líderes y millonarios conservadores se reunirá hoy para plantear las formas de detener a Donald Trump, incluyendo la posibilidad de agruparse en torno a un tercer candidato que compita contra al magnate y Hillary Clinton (si es la nominada demócrata), una opción considerada como un bote salvavidas para los miembros más reputados del partido, que nunca pensaron verse en una situación así.
Esa posibilidad podría centrarse en Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, quien fuera compañero de fórmula de Mitt Romney en el 2012. Conocido por su conservadurismo, pero también por su poder de negociación, Ryan ya es nombrado en los círculos republicanos, algo que él mismo no ha rechazado. “Hay mucha gente que se presenta a presidente. Veremos. ¿Quién sabe?”.
Semanas atrás, cuando ya Donald Trump había conseguido victorias importantes en el Supermartes, los donantes más influyentes del Partido Republicano coordinaron una estrategia de campaña para atacar al magnate en anuncios publicitarios millonarios. El objetivo era que no ganara ni Florida ni Ohio, dos estados estratégicos que podían inclinar seriamente la balanza en favor de Trump.
Fallaron en Florida, donde la apuesta del ‘establishment’, el senador Marco Rubio, perdió este martes de manera categórica, lo que motivó su salida de la carrera electoral. En Ohio, Donald Trump no pudo ante John Kasich, el más moderado de los tres candidatos que quedan en lid, y que también podría ser la última esperanza de la cúpula republicana.
El detalle está en que, matemáticamente, Kasich no tiene opción de ganar la nominación porque apenas ha sumado 169 delegados. Trump ya alcanzó los 673.
El juego de los números
Acá entran a tallar los retorcidos estatutos partidarios para nombrar a su candidato presidencial y del que la cúpula se puede valer para sacar a Donald Trump.
Hasta ahora, el conteo de delegados es favorable a Trump. Ted Cruz, el senador ultraconservador de Texas, está en segundo lugar con 410. Marco Rubio se quedó con 169 delegados, que ya son vistos como botín, pues podrían hacer la diferencia para que Trump consiga o no la nominación.
Pero Donald Trump todavía debe ganar el 54% de los delegados restantes, antes de que finalicen las primarias del 7 de junio. Si no llega a los 1.237 delegados, que es el número que se necesita, tendría que sentarse a negociar con los otros candidatos con miras a la convención nacional del partido, a realizarse en Cleveland en julio.
Las reglas del Partido Republicano señalan que, si se da este escenario, se realiza una convención abierta en dos etapas. En la primera, los delegados –miembros del partido y depositarios del voto conseguido en las primarias– votan por los candidatos para los que fueron designados. Si no hay un ganador, en la segunda fase los delegados ya no están forzados a respetar su compromiso y pueden votar libremente. Un escenario que no le conviene a Trump, porque muchos delegados, por el bien de la imagen del partido, podrían quitarle el apoyo. Una opción extrema que, a la vez, podría dejar a los republicanos fracturados y sin capacidad de retomar la Casa Blanca.
“Estamos por delante de todos. No creo que alguien pueda decir ahora que no somos capaces de conseguir la nominación partidaria”, comentó Donald Trump ayer a CNN. “Si dicen: ‘mira, lo siento, pero te faltan 100 votos’, aunque al otro le falten 500, creo que tendremos problemas nunca antes vistos. Podrían pasar cosas desagradables, realmente”.
Si algo ha quedado demostrado en este proceso es el poder de convocatoria y convencimiento de Donald Trump. Y él no se irá de la carrera presidencial sin dejar su marca, no importa si eso implica hacer estallar los cimientos del Partido Republicano.
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“El partido trata de frenarlo, pero la gente vota por él”
– El establishment republicano está tratando de parar a Trump. ¿Cree que lo logren o finalmente Trump será el nominado?
Yo creo que sí será el nominado. Tiene el ‘momentum’, es el que está en la cresta de la ola. No creo que los otros dos candidatos que quedan –Ted Cruz y John Kasich– tengan la capacidad de empuje para alcanzarlo. El ‘establishment’ ha tratado de frenarlo, pero la gente vota por él. La gente no está haciendo caso a los líderes del partido.
– ¿Y si el Partido Republicano opta por un tercer candidato?
Yo creo que va a llegar un momento en el que van a tener que cerrar filas en torno a Trump. El otro escenario es mucho peor porque sería causar un cisma. El Partido Republicano quedaría como el partido que impone un candidato en contra de lo que quiere la gente.
– ¿Por qué cree que la gente está apoyando tanto a Trump?
No hay una respuesta sencilla. Estados Unidos es un país complejo y hay distintos grupos que votan por Trump por distintas razones. En el caso de los votantes más racistas, él no los ha hecho así, ellos ya eran así, y se sienten atraídos por su discurso antiinmigrante.
Además, Trump es un individuo muy mediático que sabe manipular y mentir con una facilidad bárbara, sabe captar las cosas que dicen en su contra y virarlas a su favor. Tanto Bernie Sanders [del lado demócrata] como Trump son los candidatos de la gente que está molesta, porque la situación económica sigue siendo inestable, por la concentración de la riqueza y la reducción de la clase media.
Pero el Partido Republicano también está cosechando la tormenta que sembró, pues lleva ocho años atacando al presidente Barack Obama. Ellos han preparado el camino que Trump ha sabido explotar, al captar los temores del votante blanco de clase media.
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