El desconcierto creado entre los dirigentes del Partido Republicano tras la triunfadora campaña de Donald Trump en las primarias de EE UU ha desembocado finalmente en el comunicado firmado por el propio candidato y Paul Ryan, líder del partido en la Cámara de Representantes. Ambos hacen un llamamiento a la unidad de los conservadores en torno a Trump con vistas a las presidenciales que se celebrarán en noviembre.
La petición de apoyo al millonario no es una alianza, sino una rendición incondicional del establishment que tendrá consecuencias tanto durante la inminente campaña como en el futuro. Trump —que, si no hay sorpresas, será proclamado candidato en la convención de Cleveland en julio— no ha cedido un ápice en sus posiciones populistas ni en sus disparatadas propuestas como la de construir un muro, pagado por los mexicanos, en la frontera con México, o convertir la estrategia militar exterior estadounidense poco menos que en un servicio de alquiler.
Ese es el problema: que los conservadores de EE UU se echan definitivamente en los brazos de un candidato que en ciertos asuntos básicos propone una línea no ya diferente, sino absolutamente contraria a sus principios políticos clásicos. Desde el primer momento, el republicanismo fue incapaz de lidiar con Trump y sus disparates amplificados en los medios. Primero despreció sus posibilidades; a continuación, trató de encontrar como fuera un candidato alternativo; habiendo fracasado en toda regla, ahora abraza su causa. De nada valió el dinero gastado para frenar su ascenso, las declaraciones de los patricios conservadores, la carta de medio centenar de expertos en política exterior del partido advirtiendo del peligro que supondría su llegada a la Casa Blanca…
La ironía —una de ellas— es que en los comienzos de su campaña, el magnate aseguró que tenía tanto dinero que, al contrario que sus rivales, no necesitaba contraer deudas para financiar su carrera hacia la Casa Blanca. Falso. Según él mismo ha reconocido ahora, tienen que recaudar al menos 1.000 millones de dólares; para ello, va a resultar fundamental la ayuda del aparato republicano que tanto le hostigó y que ahora se rinde ante él. Trump apenas tiene organización sobre el terreno y por eso en las primarias ha recurrido a actos masivos y a la siempre eficaz —cuando se organizan espectáculos— cobertura televisiva.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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