Corren buenos tiempos para la extrema derecha estadounidense. La victoria de Donald Trump, que movilizó el voto nacionalista y obrero blanco, refuerza a los colectivos que alertan del declive de la raza blanca en el país y combaten la inmigración. El Partido Nazi, el Ku Klux Klan y voces destacadas de la derecha más radical han celebrado el éxito del republicano y confían en poder influir en la Casa Blanca. El presidente electo ya les ha hecho los primeros guiños.
“Ha sido un despertar”, dijo Richard Spencer, el padre del concepto alt-right (derecha alternativa), en una conferencia el pasado sábado en Washington. Spencer subrayó que es un momento de éxito de su “movimiento” y de la identidad blanca, y predijo que el “alt-right va a cambiar el mundo”. Durante su intervención, lanzó consignas antisemitas y citó propaganda nazi. Algunos asistentes hicieron el saludo nazi con el brazo. Hubo protestas a las puertas del centro de convenciones que acogió el evento.
Spencer dirige el National Policy Institute, cuyo objetivo es defender el “legado, identidad y futuro de la gente de origen europeo”. La derecha alternativa era un concepto vaporoso y subterráneo hasta que la campaña de Trump lo hizo aflorar. Sus pilares son el rechazo a la inmigración como amenaza al predominio demográfico blanco y al establishment político.
Trump se desmarcó este lunes de la sintonía con fundamentalistas blancos. «El presidente electo ha continuando denunciando cualquier tipo de racismo y fue elegido porque será el líder de cualquier americano», dijo el portavoz del equipo de transición, Bryan Lanza. «Pensar lo contrario es una malinterpretación completa del movimiento que unió a estadounidenses de todo tipo».
Durante la campaña, Trump ya se distanció de esos grupos. Pero, al tiempo, los sedujo con su retórica contra latinos y musulmanes, el nacionalismo populista y aislacionista de su lema de “América primero”, y al denostar la corrección política y a los medios de comunicación tradicionales.
Hizo, además, una declaración de intenciones al designar como jefe de campaña a Steve Bannon, responsable de Breitbart News, una referencia de periodismo feroz y desenfadado para los críticos con las élites y las minorías. Bannon, ahora elegido jefe de estrategia de Trump en la Casa Blanca, dijo el año pasado que su publicación era la “plataforma para la alt-right”.
Con su desembarco como mano derecha del presidente electo, el universo de la derecha alternativa llega a los despachos de poder de Washington. Y confía en construir tentáculos políticos con la mirada puesta en las elecciones legislativas de 2018.
Trump también ha propuesto al Senado la nominación como fiscal general del senador Jeff Sessions, acusado de comentarios racistas en el pasado cuando era abogado en Alabama.
Spencer elogió los nombramientos de Bannon y Sessions. “Parece que ve con los mismos ojos que nosotros el asunto de la inmigración”, dijo sobre el candidato a dirigir el Departamento de Justicia. No es la única alabanza de supremacistas blancos. David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, ha calificado de “excelente” la designación de Bannon. “Está sentando las bases ideológicas de hacia donde vamos”, señaló.
El Southern Poverty Law Center, la institución de referencia en el análisis de delitos de odio en EE UU, ha criticado los nombramientos. Considera a Bannon una persona que crea discordia, y cuya web ha canalizado el “acoso racista y antisemita”. Y censura a Sessions por estar asociado con grupos antinmigración que son “profundamente racistas”.
En una protesta reciente contra la victoria del republicano, un joven llevaba una pancarta que rezaba: “Trump estudió el nuevo orden mundial de Hitler”. La manifestación se celebró frente al hotel del magnate en Washington. A una calle, está el centro de convenciones que acogió la conferencia del supremacista Spencer. Tras su discurso, el sábado, alguien gritó y el público contestó: “Heil el pueblo. Heil la victoria”.
Expositores: Oscar Vidarte (PUCP) Fernando González Vigil (Universidad del Pacífico) Inscripciones aquí. Leer más
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